Milton Becerra se mudó a París en 1980, donde vive y trabaja actualmente.

Su actividad expositiva se inició en 1970, siendo aún estudiante de la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas. Entre 1972 y 1973 realizó investigaciones para su serie Volúmenes Vibro-hexagonales sobre Arte Concreto, Neoplasticismo, Cinetismo, Arte Generativo y tendencias “op-art”. 

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Aplica estos conocimientos al desarrollo de formas irregulares denominadas “Hexagonometrías” (arte métrico hexagonal) a partir de la disposición de diferentes módulos en el espacio a partir de la teoría del “cubo blanco” de Kazimir Malevich, y conceptos filosóficos de Ludwig Wittgenstein en su “Tractatus lógicophilosophicus'. También indaga sobre el color, su comportamiento en el espacio y la división de formas a través de gamas cromáticas.

Sobre sus obras resultantes, el historiador del arte venezolano Alfredo Boulton (1908-1995) escribió: “La obra de Milton Becerra se caracteriza por su preocupación por los volúmenes y las estructuras fuertes que acompañan a los sutiles rasgos cromáticos.  We are, so , frente a un objeto sólido, pero a la vez ligero y frágil.”

En 1973 tiene lugar en el Ateneo de Caracas su primera exposición de Volúmenes Vibro-hexagonales, que incluye un ambiente sonoro, y su primer encuentro con Carlos Cruz-Diez, el artista cinético venezolano de renombre mundial. Ese año Becerra obtuvo el Primer Premio en el Tercer Salón Nacional de Artistas Jóvenes, con su obra Volumen Vibro-hexagonal “D”.

En 1976, luego de su primera exposición “Módulos Programados” en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, inicia una serie de intervenciones en el paisaje natural, para evidenciar el proceso de contaminación fluvial y devastación del paisaje. , muy asociado al Land Art de la época, marcando así el inicio del movimiento europeo en Venezuela. También realizó un registro fotográfico de cada uno de estos hechos, que luego fueron expuestos y publicados en varias ocasiones. Becerra reconoce con orgullo que está llevando el arte venezolano a cualquier latitud porque, en cada pieza que realiza, es imposible no sentirse apegado a su tierra, en especial a su amada Amazonía. 

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Desde 1980 –cuando Becerra participó como invitado en la XI Bienal de Jóvenes Artistas de París– aplicó estas experiencias en busca de un nuevo lenguaje y comenzó a explorar obras inmersivas, donde la piedra y las fibras de lino son fundamentales para la realización de sus esculturas. . A partir de ese momento, comenzó a investigar el movimiento etéreo –partes libres de todo peso corporal– hecho de hilos de lino y algodón, donde la geometría se genera por la intersección de líneas creadas a partir de un juego lúdico con esos elementos._cc781905-5cde- 3194-bb3b-136bad5cf58d_ Materiales como fragmentos de figurillas prehispánicas, piedras semipreciosas y cristales han brindado infinitas posibilidades creativas en una obra constantemente renovada a través de un lenguaje particular que pertenece a su creación, y cuyo sentido último se revela en esta declaración de la artista “La forma existe porque hay espíritu.”  

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Sus obras abrieron una suerte de pasajes geométricos multidimensionales, que instalados en un lugar específico nos hablan de la arquitectura del mundo.

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